Hace un año la vida del periodista Indalecio Benítez cambió para siempre. Cuando llegaba a su casa, personas desconocidas dispararon contra el auto donde viajaba su familia. Uno de sus hijos, de 12 años de edad, murió en ese momento.
Entonces se decidió a huir de su hogar en Luvianos, Estado de México, para buscar refugio en el vecino Distrito Federal. El mismo sitio donde han llegado decenas de periodistas de diferentes partes del país. Abandonaron todo para escapar de amenazas de muerte.
Uno de ellos era el fotoreportero Rubén Espinosa Becerril, asesinado en un apartamento en Ciudad de México junto con 4 mujeres. Es el caso más grave ocurrido en la capital mexicana desde 1984, cuando murió el columnista Manuel Buendía.
Y evidencia, según organizaciones civiles, el serio problema que representa el desplazamiento de periodistas que huyen de la violencia en sus lugares de origen.
Veracruz, el caso más grave
El exilio de comunicadores se agudizó durante los años de la guerra contra el narcotráfico impulsada por el expresidente Felipe Calderón (2006-2012).
En estados como Tamaulipas, Chihuahua, Michoacán, Morelos, Jalisco, Durango, Baja California o Veracruz hubo ataques a medios locales.
También se multiplicaron las agresiones a periodistas. En los años de Calderón, el promedio fue de 182 cada año, según la organización Artículo 19.
Pero esa cantidad aumentó recientemente: en lo que va de 2015, el organismo ha documentado 227 ataques a comunicadores. Y 6 fueron homicidios.
Muchas agresiones provienen de delincuentes, pero en la mayoría de los casos los responsables son autoridades de distintos niveles.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), desde 2000 han sido asesinados 88 periodistas.
El caso más grave es Veracruz, donde en ese mismo lapso han muerto 18 entre reporteros, fotógrafos y columnistas.
La mayoría, 14, han ocurrido durante la administración del gobernador Javier Duarte.
La única salida
En este clima de violencia, el exilio es la única alternativa para muchos periodistas.
No se sabe cuántos se han refugiado en Ciudad de México, porque muchos se quedan por temporadas o usan la capital como tránsito a otros lugares. Varios incluso solicitaron asilo político en Estados Unidos.
Hasta mayo pasado, el gubernamental Mecanismo de Protección para Defensores de Derechos Humanos y Periodistas mantenía a 197 personas incorporadas a su sistema de protección.
De ellos, 107 son comunicadores. Y de éstos estos, siete residen en la capital del país.
Pero otras organizaciones como Artículo 19 hablan que sólo de Veracruz provienen 37.
Miedo
Hay una alta cifra negra, reconocen periodistas exiliados. «Hay muchos casos que no se conocen porque tienen miedo de contar su historia», le dice a BBC Mundo Rafael Pineda, Rapé, también desplazado de Veracruz.
«Los mecanismos de protección a periodistas no sirven, son una ventanilla burocrática que a cuenta gotas ayuda a quienes lo necesitan».
Así, en distintos momentos han llegado periodistas de Chihuahua, Morelos, Guerrero, Michoacán, Jalisco, San Luis Potosí, Durango, Quintana Roo y Coahuila.
Algunos regresan cuando sienten que baja el peligro, pero la mayoría se ve obligada a emigrar de nuevo por presiones económicas.
Y es que vivir en el exilio es difícil para los periodistas.
«Sentido común»
El 9 de julio, Rubén Espinosa habló de su exilio en el programa de la Red de Periodistas de a Pie en la televisora independiente Rompeviento TV.
Estaba por cumplir un mes desde que había abandonado Veracruz, donde cubría protestas ciudadanas, de estudiantes y movimientos sociales para un medio local.
«Tuve que salir por intimidaciones, no por una agresión directa como tal sino por sentido común», dijo.
En la entrevista, Espinosa Becerril también contó lo difícil que era cambiar súbitamente de vida y comenzar de nuevo en una ciudad poco conocida.
«Para mí ha sido muy difícil tanto mental, emocional y económicamente también… Los sueldos en Veracruz son bajos, realmente bajos y acá la vida es muy cara».
En el estado, según una encuesta de la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas (Ceapp), el salario promedio de un comunicador es de entre 3.600 y 4.700 pesos. Esto es, entre US$ 232 y US$ 284 cada mes.
«La vida al caño»
Los aprietos económicos son frecuentes entre los reporteros desplazados. Dos reporteras que viven en la capital, por ejemplo, con frecuencia no tienen dinero para comprar comida.
Otro periodista desplazado trabaja en fiestas infantiles, y uno más vende comida y miel del pueblo donde huyó para obtener unos pesos.
«Nuestra vida laboral se pierde, todo se va al caño», le cuenta a BBC Mundo Luis Cardona, quien huyó de Chihuahua tras sufrir un secuestro.
«Llegas a una ciudad donde la competencia es más fuerte, tienes que ponerte a estudiar, capacitarte para aspirar a que te compren siquiera un texto como freelance».
Darío Ramírez, director en México de Artículo 19, subraya que la violencia que provoca el exilio de los periodistas es un ataque a todo el país.
«Ya hay amplios lugares en el país en que el silencio es el camino allanado para que el crimen organizado, la corrupción y todo lo que destruye a la sociedad se vea sin contratiempos ni obstáculos», advierte.