Organizaciones sociales y colectivos de la generación Z se movilizan para exigir la derogación de las “leyes pro crimen” y el fin de la represión policial, en memoria de víctimas como Inti, Bryan y Trvko.
Ha pasado un mes desde que José Jerí reemplazó a Dina Boluarte en el sillón presidencial. Pese al cambio, el descontento ciudadano persiste en todo el país. Por ello, y en conmemoración del asesinato de Inti y Bryan —resultado de la represión policial— distintas organizaciones sociales ligadas a la generación Z, grupos universitarios y sindicatos de trabajadores salieron a las calles para protestar contra las figuras políticas que ostentan el poder. En Lima, la concentración se realizó en la Plaza 2 de Mayo, alrededor de las 5:30 de la tarde.
Las consignas eran claras: los ciudadanos reunidos exigieron la derogación de las denominadas “leyes pro crimen”, un paquete de propuestas legislativas aprobadas por el actual Congreso que favorecen la proliferación de la delincuencia organizada. También reclamaron que se frene la represión policial, recordando los asesinatos de Inti, Bryan, Trvko y las más de 50 víctimas de las protestas contra el gobierno de Dina Boluarte. Asimismo, se reiteró el pedido de que las principales figuras políticas renuncien para dar paso a la renovación institucional.
Horas antes de la protesta, las amenazas llegaron de parte de las autoridades. En un video difundido en las redes sociales del Congreso, Fernando Rospigliosi, acompañado de dos oficiales de alto rango de la Policía, expresó su respaldo a toda acción policial dirigida a reprimir a “manifestantes violentos”. El gesto del congresista fujimorista y actual presidente del Parlamento fue ampliamente interpretado como una amenaza en redes sociales.
La jornada estuvo marcada por un fuerte despliegue policial y episodios de amedrentamiento. Tras el aviso de Rospigliosi, la Policía apostó personal en las puertas de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde además fue detenido violentamente Máximo Sebastián Quispe Yana, delegado de Cultura y Deporte del gremio universitario. Fuentes indicaron que fue intervenido sin motivo mientras trasladaba disfraces para danzas. Horas más tarde fue liberado.
La avenida Abancay, escenario recurrente de las protestas de los últimos años, reunió a miles de personas que alzaban carteles con la consigna #QueSeVayanTodos y ondeaban la bandera de los mugiwaras, símbolo del anime One Piece, adoptado por la generación Z como emblema de rebeldía. La jornada, sin replicar la masiva convocatoria del 15 de octubre, mostró que todavía hay una serie insatisfacción ciudadana con la actitud de la clase política.
“¿Cuántos colegios faltan en provincia? ¿Cuántos hospitales faltan en provincia? Y este gobierno no hace nada, solo quiere beneficiar a sus bolsillos. Nosotros somos el cambio, no ellos. Ignorantes son al decir que las marchas son politizadas. Por supuesto que las marchas son politizadas: estamos haciendo política para exigir hospitales, educación y más. Aunque nos sigan golpeando, seguiremos protestando. Por eso hoy todos los jóvenes nos uniremos contra este gobierno corrupto”, dijo uno de los jóvenes presentes, animado por otros manifestantes.
A pocos metros, se registraron los primeros episodios de violencia policial. Guillermo Malo, joven brigadista del grupo NinaSonqo, fue detenido por agentes de la Policía. La Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH) denunció de inmediato lo ocurrido: “Rechazamos estas detenciones injustificadas contra manifestantes y brigadistas que ejercen su labor de manera pacífica”, señalaron en sus redes sociales.
Pero estos hechos no frustraron el pedido ciudadano. Estudiantes de diversas universidades —San Marcos, Católica, Villarreal, UPC, Cantuta, Agraria, entre otras— junto a la CGTP se sumaron a la movilización. El bloque universitario coreó: “La sangre derramada jamás será olvidada”, mientras portaban retratos de las víctimas de la represión.
Cerca del final de la marcha, varios manifestantes se dirigieron a la Plaza Francia, lugar donde Eduardo Ruiz Sanz, el rapero conocido como “Trvko”, fue asesinado por el suboficial PNP Luis Magallanes. En homenaje, los ciudadanos decidieron renombrar simbólicamente el espacio: “Plaza Trvko”, gritaban al unísono. Desde la tarde, el lugar tenía un arreglo floral que recordaba al artista.
Horas después, el arreglo fue retirado de manera inexplicable, pese al resguardo policial en la zona. No pasó mucho tiempo hasta que ramos de flores y carteles aparecieron nuevamente: “¡Nos podrán arrancar mil veces y mil veces volveremos a florecer! Por Trvko y por todas las personas que nos han arrebatado en la lucha por un país más justo para todas y todos”, decía una de estas pancartas. A las 9 de la noche inició una vigilia en honor a Trvko, a pocas horas de cumplirse el primer mes de su muerte.
El terror a la extorsión
La protesta también incluyó demandas urgentes sobre inseguridad ciudadana. Elías Salinas, un chofer de 70 años, salió a marchar con lágrimas en los ojos portando una cruz con el mensaje “No más muerte”, en un gesto que evocó a la recordada mamá Angélica Mendoza de Ascarza, fundadora de ANFASEP. Salinas lamentó que dos colegas y amigos suyos fueran asesinados por extorsionadores y denunció que nada ha cambiado y nadie responde por sus familias.
El sentir de los manifestantes, expresado por Julio Campos, dirigente de la Alianza Nacional de Transportistas, apuntó a la exigencia de apoyo para las familias de los peruanos asesinados y los niños huérfanos, en un contexto en el que el amedrentamiento policial parece ser la única respuesta frente al descontento social.
También en regiones
No solo Lima alzó su voz. Las regiones también protestaron contra la delincuencia y las injusticias políticas. Desde Chiclayo hasta Cusco, los ciudadanos hicieron llegar sus reclamos políticos.
En Cusco, la manifestación estuvo integrada mayoritariamente por afiliados a la Federación Departamental de Trabajadores del Cusco (FDTC) y al gremio de Construcción Civil. Cerca de 600 personas marcharon desde la plaza Túpac Amaru hasta la Plaza Mayor, donde la movilización concluyó alrededor de las 6 p. m.
La marcha fue liderada por Juan Castillo, secretario de la FDTC. “La movilización fue coordinada con la CGTP para exigir al gobierno que erradique el crimen organizado. Sigue la delincuencia y no se está haciendo nada (…) siguen asesinando y robando al pueblo”, afirmó el dirigente. Castillo también criticó que el gobierno de José Jerí no haya atendido, hasta el momento, la culminación de obras esperadas en la región, como el Gasoducto del Sur, el Hospital Lorena y el aeropuerto de Chinchero.
En Chiclayo, cerca de cincuenta ciudadanos pertenecientes a colectivos civiles marcharon la tarde del viernes 14 de noviembre como parte de la convocatoria de la generación Z para rechazar el gobierno de Jerí y el actuar del Congreso. Lo llamativo de la jornada fue la ausencia casi total de jóvenes, pese a que la convocatoria surgió de ellos.
La protesta estuvo liderada principalmente por dirigentes sindicales con sus demandas habituales, entre ellas una asamblea constituyente y la libertad de Pedro Castillo. Participaron el Frente Unitario Regional de Lambayeque, el sindicato de trabajadores de Epsel, colectivos feministas y simpatizantes del expresidente. La marcha duró poco más de una hora: inició en el parque Obrero, pasó por la catedral de Chiclayo y regresó a su punto de partida.
En Arequipa, cerca de un centenar de personas se sumaron a la protesta, incluidos jóvenes autoconvocados, integrantes del colectivo ‘Agro sí, mina no’ y docentes de la Universidad Nacional San Agustín (UNSA) en huelga indefinida. También participaron ciudadanos que viajaron a Lima durante las protestas de enero de 2023 y fueron detenidos en la Universidad San Marcos. Denunciaron que, hasta hoy, algunos siguen procesados y recordaron que, mientras estuvieron retenidos, los policías los encañonaban y les lanzaban insultos racistas. La marcha partió de la Plaza España, recorrió el centro histórico y llegó a la Plaza de Armas alrededor de las 7 de la noche. El mitin final se realizó frente a la catedral. La movilización fue pacífica, aunque contó con fuerte presencia policial.
En Puno, la convocatoria no tuvo el recibimiento esperado. La marcha, programada para las 2 de la tarde, recién tomó forma hacia las 3 horas y media después. Esto ocurrió debido a la tardía llegada de delegaciones de otras provincias. Decenas de personas —entre dirigentes quechuas y aimaras, y docentes— marcharon por distintas calles de la ciudad. Dos representantes de los jóvenes movilizados también estuvieron presentes. La jornada concluyó con un mitin en la plaza de armas.
