Nada más llegar a Israel para la segunda etapa de su primera gira internacional como presidente de Estados Unidos, Donald Trump volvió a arremeter contra Irán.
Durante su encuentro con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, Trump describió a Irán como un país «que patrocina el terrorismo y financia y fomenta una violencia terrible», como ya había hecho en Arabia Saudita.
«Podemos declarar a una sola voz que a Irán jamás se le debe permitir tener armas nucleares y debe cesar su mortal financiamiento, entrenamiento y equipamiento de terroristas y milicias», dijo también el mandatario en Jerusalén.
«Cada vez hay más conciencia entre sus vecinos árabes de que tienen una causa común con ustedes (los israelíes) en la amenaza que plantea Irán», le aseguró además Trump a Netanhyahu.
Efectivamente, durante su paso por Arabia Saudita, el presidente estadounidense ya había llamado «a todas las naciones» a «trabajar juntos para aislar a Irán», país al que acusó «alimentar, por décadas, los fuegos del conflicto sectario y el terror».
Esa posición fue celebrada por el gobierno saudita, el principal rival de Irán en la región, así como por sus aliados sunitas en el Golfo Pérsico, que ven en la gran potencia chiita una amenaza para su estabilidad.
«Bofetada en la cara»
La encendida retórica de Trump, un duro crítico de los esfuerzos de su antecesor Barack Obama por establecer un nuevo tipo de relación con Irán, no causó sorpresa.
Pero muchos compararon sus declaraciones con una «bofetada en la cara» del pueblo iraní, que días antes había votado masivamente en favor de la reelección del presidente Hassan Ruhani y sus promesas de luchar contra el extremismo y mejorar las relaciones con la comunidad internacional.
Su falta de críticas al comportamiento de Arabia Saudita -a quien durante el mismo Trump acusó de estar detrás de los ataques del 11 de septiembre, cuando estaba en campaña electoral y es continuamente acusada de violaciones de derechos humanos- también se hizo notar.
«Irán -que acaba de celebrar elecciones de verdad- es atacado por el presidente de Estados Unidos en ese bastión de la democracia y la moderación (que es Arabia Saudita)», fue, por ejemplo, la reacción por Twitter del ministro de Relaciones Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif.
«¿Política exterior o simplemente ordeñando a Arabia Saudita por US$480.000 millones?», agregó, en referencia a los acuerdos multimillonarios suscritos por los sauditas y EE.UU. incluyendo un paquete de venta de armas por US$110.000 millones que no debe haber gustado nada a Irán.
La respuesta de Ruhani
Así las cosas, muchos esperaban con ansias la primera conferencia de prensa del presidente Ruhani luego de su reelección.
Pero, para sorpresa de aquellos que creían que las duras declaraciones de Washington iban a obligar al mandatario a responder con igual fuerza para aplacar a los conservadores de línea dura que todavía conservan una importante cuota de poder en Irán, este se mostró bastante más conciliador que Trump.
«Queremos decirle al mundo que estamos dispuestos a interactuar y cooperar bajo la base del respeto e interés mutuos», dijo Ruhani.
«Le decimos al mundo que progreso en la región y en el mundo no es posible sin unidad y coexistencia pacífica. El mensaje de nuestra elección fue unidad nacional y diálogo internacional», agregó.
El mandatario iraní, sin embargo, reivindicó un rol protagónico para su país en la lucha contra el terrorismo y el extremismo, advirtiendo que la estabilidad regional no era posible sin la participación de Irán.
«Le queremos decir a las naciones de la región que estamos a su lado. Vamos a acabar con el terrorismo. Si Dios quiere, en los próximos cuatro años vamos a devolver la estabilidad a la región. La nación iraní va a restaurarla», prometió.
Y no dudó en criticar al gobierno de Estados Unidos, al que acusó de nunca haber luchado realmente contra los terroristas y de no entender realmente a la región.
«¿Quién ha luchado contra los terroristas? Los sirios, iraquíes, iraníes que han actuado como asesores, Hezbolá, y entre ellos, Rusia. ¿Y qué han hecho los otros?», preguntó Ruhani.
«Los que apoyan financieramente a los terroristas no pueden pretender que luchan contra los terroristas. Y yo no creo que el pueblo estadounidense esté dispuesto a cambiar las vidas perdidas el 11 de septiembre por billones de dólares en venta de armas», se respondió, haciendo referencia a los vínculos sauditas de numerosos yihadistas.
El reino del golfo pérsico promueve una estricta interpretación del islam muy similar a la que también impulsa a grupos como al Qaeda o el autodenominado Estado Islámico, entre otros, y ha sido criticado por no hacer lo suficiente para combatir la financiación de grupos extremistas sunitas.
A Irán, por su parte, se le acusa de apoyar a milicias chiitas como Hezbolá, una organización considerada terrorista por EE.UU. y descrita por el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Israel como la amenaza más grave que enfrenta el Estado judío en la actualidad.
E Irán también apoya a las milicias hutíes en Yemen y, en Siria, al gobierno de Bashar al Asad.
¿Oportunidad?
En su intervención, sin embargo, Ruhani sugirió que su apoyo a grupos como Hezbolá era más útil para la lucha contra el extremismo islámico que lo ocurrido durante la visita de Trump a Arabia Saudita, a la que describió como «un show que no va a tener ningún valor político o práctico».
«Celebrar reuniones y darle el dinero del pueblo a una superpotencia no resuelve el tema del terrorismo», dijo el mandatario iraní, quien sin embargo también pidió más tiempo para hacerse un juico más completo de la administración Trump.
La posibilidad de que la reelección de un moderado en la presidencia de Irán ayude a encontrar una salida pacífica a las tensiones en Medio Oriente también fue celebrada por varios políticos de la región.
«Con la reelección del presidente Ruhani, uno espera que Irán cambie su problemática relación con sus vecinos. Esperemos que Teherán no desperdicie otra oportunidad», escribió, por ejemplo, en su cuenta de Twitter, el ministro de Relaciones Exteriores de Emiratos Árabes Unidos, Anwar Gargash.
Su similar francés, Jean-Yves Le Drian, dijo que el gobierno de Francia iba a trabajar para impulsar un diálogo político con las reelectas autoridades iraníes.
El secretario de Estado de EE.UU., Rex Tillerson, sin embargo, insistió en que Irán tenía que demostrar su voluntad con «obras y no palabras», por ejemplo dejando de apoyar a «fuerzas desestabilizadoras» y terminando con sus pruebas de misiles balísticos.
Y, en su conferencia de prensa, Ruhani reivindicó el derecho de Irán a continuar con dichas pruebas.
«La nación iraní decidió ser ponderosa. Nuestros misiles son para la paz y la defensa. Y los funcionarios estadounidenses deben saber que cada vez que por razones técnicas necesitemos probar un misil lo vamos a hacer y no vamos a esperar su permiso», advirtió el mandatario.
Lo que parece confirmar que si bien las oportunidades para una mejor relación están ahí, no hay garantías de que las partes las vayan a saber aprovechar.