La canciller venezolana, Delcy Rodríguez, ha advertido sobre las pretensiones desestabilizadoras del imperialismo contra los países legítimos de América Latina.
“Sabemos que el imperio no descansa, que tienen un objetivo específico y es derrotar nuestros pueblos”, ha alertado Rodríguez al inicio de una reunión extraordinaria del Consejo Político de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), en Caracas, capital venezolana.
Al inaugurar el encuentro de la ALBA-TCP, al que asisten los 11 cancilleres de los países de esta entidad regional, la ministra de Asuntos Exteriores ha denunciado que «los golpes suaves se están dado, acometiendo” contra bloques de integración regional, entre ellos la ALBA, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y Petrocaribe, con el fin de destruir la unidad alcanzada por los pueblos de la región.
A su criterio, las potencias hegemónicas buscan el dominio de la industria militar en los países de la región, sin embargo, ha afirmado, las naciones latinoamericanas defienden un modelo socioeconómico productivo en función y beneficio de sus propios pueblos.
Para vencer estas intentonas, afirma Rodríguez, lo más importante es mantener la unidad. “Sólo manteniéndonos unidos podremos resistir con dignidad y con la frente en alto a esos poderes imperiales”, ha dicho en reminiscencia de un mensaje del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez.
La canciller venezolana, al elogiar los logros del ALBA-TCP, ha resaltado que millones de ciudadanos de pueblos hermanos pudieron tener acceso a programas de salud y educación gracias a esta organización, creada en 2004 por los líderes de las revoluciones Cubana, Fidel Castro, y Bolivariana, Hugo Chávez.
«Podemos decir con mucha firmeza que esas pretensiones no pasarán porque aquí estamos los pueblos del Alba representados en la solidaridad», ha destacado.
Rodríguez también ha saludado, el proceso de regularización de relaciones diplomáticas emprendido por los Gobiernos de Cuba y Estados Unidos, como consecuencia de la resistencia del pueblo de la isla caribeña a la política hostil de la potencia norteña durante más de medio siglo.
El Gobierno venezolano se ha enfrentado a numerosos complots. Entre febrero y mayo del año pasado, Caracas, entre otras ciudades, fue escenario de violentas manifestaciones, incitadas por la derecha con respaldo extranjero, en particular de EE.UU., encaminadas a propiciar un golpe de Estado.
En este sentido, en febrero del año en curso, Maduro arremetió contra Washington por apoyar a la oposición radical venezolana y planificar intentonas golpistas en su contra.
Por su parte, las autoridades venezolanas han advertido sobre las acciones de la extrema derecha para desestabilizar el país en vísperas de los comicios legislativos, previstas para el próximo 6 de septiembre.
A finales del pasado mayo, el Parlamento Latinoamericano (Parlatino) criticó los nuevos planes de la derecha venezolana para perturbar las elecciones parlamentarias del país bolivariano.